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Thursday, November 10, 2005

Los Moogies

En un comentario a mi post pasado, Luis Fernando hace referencia a los moogies. Intentaré dar luz sobre estos extraños seres. Hay referencias a ellos en un extraño ejemplar del manual de zoología fantástica de Borges, que encontramos en una vieja biblioteca pública de Mazatlán, Sinaloa. Extrañamente, no he vuelto a encontrar un ejemplar que tenga esa página. (Este plagio fue patrocinado por Ford, nacidos Ford, nacidos Fuertes). Los moogies son pequeños seres, del tamaño de un pitufo aproximadamente (aunque los pitufos discreparían, pues han tenido siempre un complejo de superioridad racial respecto de los moogies, e insisten que su raza es, en promedio, 15 milímetros más grande que los susodichos antípodas), de color amarillo fuerte los machos, y amarillo tenue las hembras. Están vestidos sólo con un pequeño pantalón negro, y usan un gorro con forma de barquito, hecho de papel períodico. Los moogies están muy bien informados de la situación política y económica del mundo.
Los moogies no comen pitufifresas, pues las consideran de sabor demasiado amargo y aflojan demasiado sus pequeños intestinos. Hay, sin embargo, un par de platillos típicos moogie que recomiendan el uso de las pitufifresas, si no se pueden conseguir fresas normales en el mercado, por estar muy caras o no ser temporada.
Los moogies no viven en aldea, sino en una comuna gobernada por una asamblea de viejos moogies, y un parlamento formado por jóvenes moogies. Las comunas son más pequeñas que la aldea pitufa, pero hay muchas de ellas. Las comunas moogie se encuentran dispersas en las macetas centrales de los Sanborns y de otras tiendas de regalos con restaurante. Contrariamente a los pitufos, los moogies dan tanta importancia a las artes bélicas como a las bellas artes y a la ciencia. Cuando las macetas estaban dominadas por lombrices de tierra, los moogies realizaron persecusiones implacables y sangrientas. Cuando un empleado olvida regar las macetas, los moogies cortan los frenos de su vehículo o envenenan su café. A los moogies a veces se les pasa la mano en sus represalias.
A los moogies no les gusta hacer la guerra, y son tolerantes incluso con los pitufos, que los hacen menos y se burlan de su color y tamaño, pero los moogies los ven como una minoría inofensiva y quijotesca en el mundo de los enanitos mágicos, a los que si quisieran, podían aplastar como han hecho con otros gusanos. Los moogies son más accesibles que los pitufos, y algunos de ellos no se rehusarían a dar una entrevista para revelar sus secretos y forma de vida, siempre y cuando se los pidan en un día fasto, cuyo calendario es lo único que no pueden revelar a nadie.

4 Comments:

At 3:39 PM, Blogger Israel G. Delgado said...

Pues más bien mis amigos y yo hemos creado algunos tipos mitológicos a través de los años, como "El gran tipo", "El cerillo de la comercial", y unos pocos más. Y sí, los moogies sí son buenos, sólo tienen una idea pesimista de la naturaleza humana (y pitufa), y actúan conforme a ella. Prometo sacar más textos de mitología de guantera.

 
At 4:44 PM, Blogger Luis Fernando said...

Señores:

Yo conozco a una moogie, que convive entre nosotros, ¡¡¡ trabaja de undercover como litigante, en un despacho mammer !!!

Si la ve, denúnciela

 
At 7:21 AM, Anonymous Anonymous said...

Cleanto de Metilene (los filólogos discrepan en relacionarlo con el famoso Cleanto y sugieren un pseudo Cleanto) en sus “Historias verdaderas” cuenta la siguiente anécdota de los moogies:
“En la Arabia feliz se cuenta la historia de una moogie que esclavizó a los etiopes. Pero esto es falso y los más informados refieren que en realidad fue un basilisco y sólo impuso una nueva ley laboral a los Kubervils (sic.), siendo luego derogada por otro dictador que venía allende de las columnas de Hércules y que tenía barba y un puro. De ahí los versos del poeta
De Tiresias las honras anhelas
cuando sierpe inmunda separó.”

 
At 11:47 AM, Blogger Gustavo Villalobos said...

Yo creo que el tema es increiblemente amplio y es mérito del autor haberlo dejado en dimensiones legibles. Por supuesto que se trata de un tema serio y es tratado en forma científica. ¡Y vaya que es mérito compaginar lo científico con lo pitufo!, y aunque el tema es, al parecer, inagotable, Israel se las ingenia para encaminarlo en la dirección debida o bien a encontrar la salida a un laberinto más complejo del que Dédalo o Borges pudieron haber soñado.

 

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